jueves, 19 de marzo de 2009

Koko, César y yo :)


Éste es Koko. Lleva conmigo 12 años, y siempre me dió todo y más de lo que se puede esperar de un perrin tan adorable como él. Yo me engañaba a mí misma, diciendo que su mala leche, sus gruñidos constantes y sus ladridos nerviosos eran su carácter fuerte y libre, y que esa mala leche y ese nerviosismo era lo que le conservaban tan bien. Que cuando saludaba y gruñía a otros perros era por hacerse el chulo, que cuando caminaba tirandome de la correa era porque le encantaba explorar. Que cuando mordía todo tipo de telas (véase edredones, pijamas, alfombras, etc) era por sus nervios. Que cuando ladraba siempre que picaban al timbre era porque se ponía contento al ver que le venian a visitar. Que cuando me recibía con saltos era porque se alegraba de verme. Que cuando se pasaba horas y horas pidiendo mimos es porque sabía que lo queríamos, y que cuando se asomaba a la ventana era porque es un poco marujón.
Hasta que apareció él. . .


Él es Cesar Millán y entre él y su libro "El encantador de perros" me hicieron cambiar toooodas esas "suposiciones" e "Humanizaciones" que tenia acerca de Koko. Es un perro de lo mejor, bueno, cariñoso e inteligente. Pero tiene manías un poco molestas. Yo pensaba q al ser tan viejin (12 añinos) no iba a poder corregir nada de eso. Pero me equivocaba, y César tenía razón. Nunca es tarde.

Hoy di un paseo con Koko, pero no como siempre. Fue más largo, yo mandé sobre él, caminó a mi lado sin desviarse, iba tranquilo, saludó a un montón de perritos y no le gruñó a ninguno, le solté la correa y me hizo caso. Y todo porque era eso lo que yo esperaba de él. Ahora, mientras escribía la frase anterior picaron al timbre. Ni se inmutó.

Resulta que, paradojas de la vida, cuando gruñía a otros perritos no era por hacerse el chulo, era porque yo tenia la impresión de que lo iba a hacer, en un momento dado, tiraba de la correa y él interpretaba que yo quería que gruñera.
Cuando mordía constantemente todo tipo de telas, era porque con los 5 minutos de paseo no le bastaba y tenía energía contenida.
Cuando iba dos metros por delante de mí, era porque yo le dejaba.
Cuando me recibía a la puerta con saltos era porque él era el líder y no me respetaba.
Cuando me gruñía pa cogerle en cuello, era porque yo lo cogía con miedo por si acaso me gruñía.

Hoy mi relación con Koko es distinta, más plena. Yo soi la líder de la manada y me encanta. Y el es un seguidor dentro de su manada, con un líder que le procura todo lo necesario y que se preocupa por él. Y es feliz. Aunque le haya tenido que tirar de la correa, aunque esté cansado y no le pueda colgar más la lengua y aunque no le de tanto cariño como antes. Su energía y actividad están cubiertas. Y es feliz. Y si él es feliz, yo más.

p.d. si teneis perros, os recomiendo el libro de César y si no, también, por si algún día os decidís a ello.

*irmi*

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